Nuri y el amor.

Mi vida amorosa está a medio camino entre el diario de Bridget Jones y una mala teleserie venezolana. A mi precocidad con las letras, se sumó un pronto despertar en asuntos de amoríos. A los trece me enamoré perdidamente de un chico de dieciséis, con fama de rompecorazones. Él me dio mi primer beso. Aún recuerdo mi espanto cuando el beso se transformó en un morreo en toda regla. Horrorizada, y temiendo por mi vida por la falta de aire, mi cabeza repasaba la poca información de mis archivos catalogados en el apartado de sexo. Me pasé años colgada de ese imberbe, que me usaba cual clinex dejado en el bolsillo de la bata. Pasé mis años de adolescencia, luchando por encontrar a la persona que me viera antes de ver mis enormes protuberancias mamarias. Hubo quien me llegó a querer de verdad... pero en esas ocasiones, mi rebelde coranzoncito ya se había fijado en el próximo que me haría llorar por las noches. El padre de mi hijo fue un bálsamo de aceite en una época dónde había determin...