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Mostrando entradas de marzo, 2013

Los amantes pasajeros

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Que no me sobra el dinero, es algo que ya sabéis todos los que aparecéis por aquí de vez en cuando. Así qué imaginad lo que duele ir al cine y pagar los casi 10 euros, para comprobar como se cae un mito. Después de convencer a mi acompañante de que Almodóvar es, sin duda, la mejor opción y enumerar todas las razones por las que ha de dejar de lado su animadversión ante el director manchego, incluidas las típicas utilizadas por las mujeres: -Por favor, hazlo por mi... (acompañada la frase por zalamerías varias), nos sentamos en las incómodas butacas y en la espera de que empiece la película, nos fijamos que los espectadores tienen algo en común. Parece que acaben de bajar del autobús del imserso! Se apagan las luces y susurro: -Ya verás... va a ser muy divertida. Entre el elenco de actores que aparecen y el guión made in Almodóvar, es imposible que no te guste... A los diez minutos empiezo a sufrir. Dios mio! Qué les ha pasado a Cruz y a Banderas??  Mentalmente cruzo los dedos...

La guerra de sexos.

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Siempre he defendido la igualdad entre hombres y mujeres. Siempre creí que la educación es la base que puede acabar con actitudes estereotipadas. Estaba equivocada. Lo supe en el momento en el que Hugo me preguntó a gritos, dónde estaban las tijeras, que se encontraban a dos metros de él. Justo en el mismo lugar donde reposan desde siempre. Definitivamente, los hombres y las mujeres somos diferentes. ¿Conocéis a alguna mujer, amiga, hermana, compañera,... qué no haya dicho en más de una ocasión: -No me entiende, no se pone en mi lugar. Es como hablar con una pared. No sirve de nada.-? El diálogo está sobrevalorado cuando los interlocutores no hablan el mismo idioma. La gran temida frase (temida por los hombres, claro): -Tenemos que hablar-, suele dar como resultado un monólogo que sólo sirve para desahogar las pequeñas frustraciones cotidianas. Ella sueña aún, con el príncipe azul que volverá a casa, tras haber derrotado al dragón come princesas (jefes sin empatía hacía la vida f...

El talento anónimo

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Supongo que no soy la única a la que le indigna ver, cómo personas con gran talento, pasan por esta vida sin más. Intentando sobrevivir sin haber conocido el reconocimiento y la satisfacción de vivir de los frutos de un don. Un don que parece estar reservado a los que nacieron en una cuna u otra. Aún cuando el talento verdadero y genuino no conoce de cuentas corrientes. Quien diga que el dinero no provee de felicidad, o tiene los bolsillos llenos (y siempre los ha tenido), o ha asumido resignado lo que el destino le ha deparado. Yo sigo soñando y eso me hace permanecer despierta. Sigo trabajando para esquivar las líneas que se trazaron sin mi consentimiento. Pero otros no creen lo suficiente. Hoy va por ellos. Tengo una "pastel-hermana" (descripción de un pequeñajo de cinco años, con unos ojos como platos al ver a Goku en su pastel de cumpleaños). Tras años de desempleo, y deslizándose por un túnel cada vez más oscuro, decidió llenar sus horas en algo que ocupase su mente...