La guerra de sexos.

Siempre he defendido la igualdad entre hombres y mujeres. Siempre creí que la educación es la base que puede acabar con actitudes estereotipadas. Estaba equivocada.
Lo supe en el momento en el que Hugo me preguntó a gritos, dónde estaban las tijeras, que se encontraban a dos metros de él. Justo en el mismo lugar donde reposan desde siempre.
Definitivamente, los hombres y las mujeres somos diferentes.
¿Conocéis a alguna mujer, amiga, hermana, compañera,... qué no haya dicho en más de una ocasión: -No me entiende, no se pone en mi lugar. Es como hablar con una pared. No sirve de nada.-?
El diálogo está sobrevalorado cuando los interlocutores no hablan el mismo idioma.
La gran temida frase (temida por los hombres, claro): -Tenemos que hablar-, suele dar como resultado un monólogo que sólo sirve para desahogar las pequeñas frustraciones cotidianas.
Ella sueña aún, con el príncipe azul que volverá a casa, tras haber derrotado al dragón come princesas (jefes sin empatía hacía la vida familiar de sus empleados), y la rescatará derribando los muros de su prisión (lavadoras, berridos de niños hambrientos y cansados, cenas apresuradas,...). La estrechará entre sus brazos y, a pesar de sus ojeras, su pelo revuelto y esa ropa de "andar por casa" que ha visto tiempos mejores, la mirará a los ojos y le dirá: Eres preciosa!
Si encima acompaña a ese gesto, el quitarle el delantal y ponérselo él para acabar con las croquetas,... entonces se convierte ante tus ojos en un súper héroe!
Los años convierten a los hombres en unos seres acomodados en una vida sin sorpresas. Todo está bien, siempre, siempre... todo está bien. Llega una fecha especial y ellos corren en el último minuto a comprar algo que, espera que le guste, aunque claro... -Cariño, es que eres muy complicada. Nunca sé qué comprarte-.
Já! Si pensáis que sois las más difíciles de contentar... lo tenéis claro! Ese puesto está abarrotado. Qué digo? Lo clausurarían por sobrepasar el aforo permitido!
Es que es muchísimo más difícil preparar una cena romántica para dos. Unas velas de los chinos, una pizza congelada, la música que nos gusta y unas bonitas palabras susurradas al oído supone un sobreesfuerzo humano no compatible con la tetosterona.
Los descendientes de Adán siguen sin entender que Eva vive en cada una de nosotras.
La estabilidad está muy bien. Pero de vez en cuando, necesitamos un paseo en la montaña rusa para seguir respirando.
Él se queja del ser que le recibe en casa. Esa extraña mujer que le reprocha llegar tarde diez minutos, que llora al oír a su bebé llorar, que llora porque quiere desaparecer bajo el nórdico de su cama...
Él se queja de sus cambios de humor. Ella calla porque sigue teniendo la esperanza de que se acordará de una fecha especial. Aún espera el milagro... pasados dos días, la tormenta estalla. Él no entenderá por dónde apareció la primera nube.
Él la mira de reojo y sigue repasando el día, sin conseguir dar con lo que ha hecho mal... ella siente que ya no la quiere ni la desea como antes. Hoy ha ido a la peluquería. Su pelo es diez centímetros más corto, se ha maquillado con esmero, estrena vestido... Él sigue pensando...
Ayer fue el día internacional de la mujer trabajadora.
Mi jefe trajo bombones!
Y "mi persona" me preparó la mejor calzone que he comido en mi vida.
Hoy es sábado y hemos desayunado entre las sábanas. En estos momentos escribo esto, a la espera de que mi príncipe despierte de su coma televisivo y me dedique una sonrisa. He probado con un beso, pero nada. He probado a menear el trasero cuando me he levantado al baño... nada.
Maldigo el día en que coloqué la maldita pantalla frente a la cama!
Chicas: -no hay nada que hacer... Es imposible competir con esa capacidad innata de sólo poseen los hombres. No sabéis a qué me refiero?
Situación:
Frente a un televisor, viendo cualquier cosa sin interés alguno.
 Ella pregunta:
-En qué piensas?
Él contesta:
-En nada.





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