El señor Nistal

El señor Nistal era el pilar que soportaba los cimientos de casa.
El encofrador que asegura una buena construcción.
El suelo firme y el techo que protege de la madre naturaleza.
Albañil de profesión, nunca le oí quejarse del duro trabajo que ejercía.
Recuerdo de niña, recorrer Barcelona en aquel Renault 12, mientras mi padre, cual guia turístico, ennumeraba los edificios en los que había trabajado, como uno de los primeros gruistas allá por los sesenta. Recuerdo su orgullo y mi admiración.
Era una enciclopedia andante. Siempre tenia respuestas, y si no las conocía, las buscaba hasta encontrarlas. Por casa pasaban familiares, amigos, vecinos... en busca de Amador. Si necesitaban hacer una gestión y desconocían el proceso, papá les guiaba por caminos burocráticos como el mejor de los asesores (yo alucinaba de qué papá supiera de tantas cosas, trabajando como trabajaba de sol a sol).
El señor Nistal me compró mi primera colección de libros, y la segunda y la tercera... Me regaló los únicos libros que poseía. Amarillentos y con el olor de otros tiempos impregnados en sus hojas. En esas mismas hojas donde aprendí a leer a mis tres años, sentada en sus rodillas.
No me dejaba utilizar la calculadora porque atrofia el cerebro.
Para supervisar la economía doméstica, llenaba un cuaderno de tapas de piel marrón, con imposibles sumas y multiplicaciones qué yo contemplaba horrorizada.
Papá sonreía pícaro, cuando me ganaba siempre al ajedrez. Se burlaba de mi técnica aprendida en el club, sin opciones frente a un rival autodidacta, con aperturas imposibles y finales imprevisibles.
Su sueño era viajar a Australia para ver a los canguros en vivo y en directo. Yo prefería África.
Félix y el lobo ibérico nos mantenía pegados en los incómodos sillones de la salita. Siempre acompañando las instructivas lecciones del señor Rodríguez, con anécdotas de una infancia en una pequeña aldea de León.
El yayo que malcría, que no puede contener la risa ante la última travesura, el que comprará las primeras fresas de la temporada, para disfrutar de la visión de su nieto dándose un buen atracón.
El señor Nistal no emite juicios, no aconseja, no desaprueba las decisiones ajenas. El señor Nistal te adelanta la ayuda antes de tener el valor de pedirla.
Y ante la pregunta de: -¿Cómo estás? siempre contestará: -¿Yo? ¡¡Bien!!
Al señor Nistal le cuesta entender que sus venitas son tan frágiles y estrechas, que está dejando de ser quien era. Que la materia que lo envuelve, ha decidido acabar, poco a poco, con el gran hombre que ha sido. Ahora deja pasar las horas sentado frente al televisor y los gruñidos sustituyen a la sabiduría de setenta y cinco años de vida.
A veces le miro de reojo y quisiera decirle algo que jamás he dicho en voz alta.
Tras un momento de duda... sigo en silencio.
Sé que él lo sabe y eso me consuela en mi cobardía.
Hoy voy a romper mi rutina de acabar el post con un dibujo. No puedo, ni quiero dibujar al señor Nistal. Hoy acabo con la última foto que le hice, hace tan sólo unos días...
Va por ti papá!


Comentarios

  1. Bonitas palabras!! Solo un consejo...se valiente y atrevete a romper ese silencio y dile lo que él ya sabe pero se merece oir.

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  2. Nuri, querida... Nunca había escrito, pero te sigo.
    Me pasa algo similar con mi padre, que se apaga lentamente... Y he decidido disfrutar cada día como si fuera su último.
    No que haga grandes cosas, pero le converso y le tomo las manos. Y sí, hay que DECIRLES cuánto los amamos... Sólo tenemos de verdad este día!
    Un abrazo, Joanna

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    1. Gracias Joanna por tus palabras y por seguir este humilde rincón. Seguro que tu padre agradece esas pequeñas y necesarias muestras de amor. Un beso.

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  3. Hola Nuri, tus palabras están llenas de cariño, yo perdí a mi padre hace ya casi 18 años, se fue muy joven, así que no llegó a ser un yayo de los que malcrían...creo que lo hubiera sido... tu que aún puedes, aprovecha cada instante con él para sentirlo cerca, momentos como esos, serán al final los que queden grabados...Un besiño!!!

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    1. Gracias Neli. Yo no tuve abuelos y ver a mi padre convertido en un yayo es el mejor recuerdo que me quedará de él. Siento lo del tuyo... Un besazo enorme!!!

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  4. Vaya por dios, Nuri, me has emocionado. Creo que, siendo tu blog, como era, el rincón más delicioso del país de la retranca, acabas de abrir tu corazón para que todos miremos dentro.
    Y lo que yo veo es bonito, Nuri; tú eres bonita por dentro y tu padre tiene algo que es más importante, algo que sólo se gana después de toda una vida sin haber fallado a los tuyos. Tiene tu cariño -eso es fácil en el seno familiar-, tiene tu amor -que ya un poco más difícil de conquistar- y tiene, eso es evidente, y es raro que un vástago se lo tenga a su progenitor, tu respeto. Le quieres, le amas y le respetas.
    Díselo. Se lo ha ganado.

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    1. La magia de este blog, Luis, es que nunca sé lo que voy a escribir cuando me siento frente al ordenador. Las palabras salen solas y esta vez lloré al leer lo que mis dedos teclearon de manera automática. Estoy tremendamente feliz de tener estos dedos! Espero que mis labios tomen ejemplo.
      Un beso.

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  5. ... y si no puede entenderlo con palabras, un abrazo, un gran abrazo también puede hacele llegar ese mensaje. No sé si a la cabeza, pero los abrazos llegan al corazón.

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