La catedral
Hay varias cosas que me son indispensables para seguir respirando.
La primera de ellas, por supuesto, es Hugo, no podría dar ni un paso sin su risa pisándome los talones.
Mis sueños, que me acompañan desde niña, que han crecido conmigo haciéndome crecer.
La necesidad de crear, ya sea escribiendo, dibujando, cocinando incluso, contemplar algo que nació esbozo, germinó en idea y materializaste ante tus ojos, es una sensación indescriptible y totalmente adictiva.
Y los libros. Su textura, su aroma, esos millones de letras que me embarcan en viajes imposibles, que me emocionan, me instruyen, me nutren,... me quitan el sueño y el hambre (una página más y apago la luz, bueno va... un capítulo...ay! está demasiado interesante, ahora no puedo dejarlo...Dios mio! Son las dos de la madrugada!!)
Recién terminado El invierno del mundo, de Ken Follet (recomendadísimo! pero primero leed La caída de los gigantes), he atracado la biblioteca de una amiga (los libros deberían ser más baratos!), y en estos momentos, estoy enganchadísima a El Zahir de Paulo Coelho.
En él, el protagonista descubre, al visitar una antigua catedral de Vitoria, lo parecidos que somos a ella. Una catedral construida a lo largo de años, décadas, siglos, reestructurada, ampliada, restaurada, mejorando errores del pasado, aplicando nuevos conocimientos que la hagan perdurar a pesar de las inclemencias del paso del tiempo... Y su revelación le lleva a descubrir el amor.
Qué increíble y hermosa verdad!
Quizás mis herramientas no pasan de una chapucilla, una tirita de marca blanca, un loctite de los chinos,... pero mis trabajos de renovación son incansables. Sé que a veces, necesito que caiga un muro por completo, para ponerme manos a la obra, que el mantenimiento no es mi fuerte, pero lo que comenzó siendo una pequeña capilla, hoy ya puede considerarse templo de culto. Un poco torcido, aún sin pinturas ni rosetas que lo inunden de luz, no posee coro que levante a feligreses de unos bancos, que no han sido diseñados, el espacio del campanario permanece vacío,... pero sigo trabajando, incansable, la torre araña ya las nubes, el techo soporta con firmeza, tormentas y nieves.
Sigo construyendo sobre mí misma, sin planos ni arquitecto, sin más objetivo que seguir creciendo.
La primera de ellas, por supuesto, es Hugo, no podría dar ni un paso sin su risa pisándome los talones.
Mis sueños, que me acompañan desde niña, que han crecido conmigo haciéndome crecer.
La necesidad de crear, ya sea escribiendo, dibujando, cocinando incluso, contemplar algo que nació esbozo, germinó en idea y materializaste ante tus ojos, es una sensación indescriptible y totalmente adictiva.
Y los libros. Su textura, su aroma, esos millones de letras que me embarcan en viajes imposibles, que me emocionan, me instruyen, me nutren,... me quitan el sueño y el hambre (una página más y apago la luz, bueno va... un capítulo...ay! está demasiado interesante, ahora no puedo dejarlo...Dios mio! Son las dos de la madrugada!!)
Recién terminado El invierno del mundo, de Ken Follet (recomendadísimo! pero primero leed La caída de los gigantes), he atracado la biblioteca de una amiga (los libros deberían ser más baratos!), y en estos momentos, estoy enganchadísima a El Zahir de Paulo Coelho.
En él, el protagonista descubre, al visitar una antigua catedral de Vitoria, lo parecidos que somos a ella. Una catedral construida a lo largo de años, décadas, siglos, reestructurada, ampliada, restaurada, mejorando errores del pasado, aplicando nuevos conocimientos que la hagan perdurar a pesar de las inclemencias del paso del tiempo... Y su revelación le lleva a descubrir el amor.
Qué increíble y hermosa verdad!
Quizás mis herramientas no pasan de una chapucilla, una tirita de marca blanca, un loctite de los chinos,... pero mis trabajos de renovación son incansables. Sé que a veces, necesito que caiga un muro por completo, para ponerme manos a la obra, que el mantenimiento no es mi fuerte, pero lo que comenzó siendo una pequeña capilla, hoy ya puede considerarse templo de culto. Un poco torcido, aún sin pinturas ni rosetas que lo inunden de luz, no posee coro que levante a feligreses de unos bancos, que no han sido diseñados, el espacio del campanario permanece vacío,... pero sigo trabajando, incansable, la torre araña ya las nubes, el techo soporta con firmeza, tormentas y nieves.
Sigo construyendo sobre mí misma, sin planos ni arquitecto, sin más objetivo que seguir creciendo.
nena.. que gran comparación!!!! cada post tuyo me da fuerzas... en serioo!!!
ResponderEliminarestoy en la misma situación qeu tu (parada) y intento no perder la fe.. agradecer todo lo bueno que tengo... y aprender dia a dia..
me contagias tus animos!!
besos guapa!!
Mireia
Recibir comentarios como el tuyo es lo que me da fuerzas a mi.
EliminarEste pequeño rincón está siendo mi salvavidas.
Un abrazo!!
Deberías creer más en ti misma, como siempre el post inspirador...
ResponderEliminarHoy he leído una historia que me ha gustado mucho, y me he acordado de ti...(lo digo en serio)voy a ponerte el link a ver si funciona:
http://auntipdelastic.wordpress.com/2012/10/23/reputacion-iii-aprovecha-las-oportunidades/?goback=.gde_990647_member_177840117
Espero que te ayude! un bico!!
Acabo de leerlo!! Es muy bueno, original y sobre todo esperanzador...
EliminarNeli, te aseguro que estoy en ello...
Un besazo seguidora!!
Las catedrales se concibieron como las disneilandias del medievo. Subir a lo más alto, sí, pero, sobre todo, permitir que la luz inundara todo el espacio con una fuerza inaudita, con una luminosidad desacostumbrada en un tiempo donde las casas eran espacios oscuros.
ResponderEliminarLuz. Esa es la clave, Nuri. Tú y la luz. En un tiempo donde la oscuridad quiere conquistar el espacio, tú eres pura luz.
Otro bico.
Alguien me puede explicar qué es un bico?? Ala! Ya he mostrado publicamente mi falta de información!
EliminarGracias Luis, voy a empezar a colgar las bombillas en mi capillita!! ;-)
Es la primera vez que entro. Estupendo post, Nuri.
EliminarPor cierto, un bico es un beso en gallego.
Binvenido Ángel! Y gracias por sacarme de dudas!
EliminarUn super bico para ti!!
Las catedrales tampoco son siempre lo que parecen, no te creas. Claro que cada uno podemos tener nuestra propia Catedral. Eso sí. Je je.
ResponderEliminarUn saludo.
Bueno... no lo serán todas, eso seguro. Pero has estado en León? Si la respuesta es no, espera a verla y ya me contarás.
EliminarUn beso.